Estrés causado por las deudas

Las personas con deudas suelen sufrir estrés y ansiedad, están ausentes, se irritan con facilidad y tienen problemas para concentrarse.

El estrés tiene una influencia destructiva y negativa en nuestras relaciones con familiares, amigos y compañeros de trabajo. Las personas endeudadas suelen dejar de lado su vida social y se aíslan. Esto no es sorprendente: cuando tenemos problemas económicos, no tenemos ganas de estar con amigos. Tampoco tenemos dinero para ir al cine o para tomarnos un café en un bar.

Reacciones más comunes al estrés cuando tenemos deudas

Uno de los síntomas más frecuentes al luchar contra el estrés es evitar escuchar o leer cualquier tipo de información relacionada con el tema que nos preocupa. Por lo general, las personas que tienen una deuda no suelen saber con exactitud el importe de la misma. No quieren enfrentarse al problema real así que evitan hablar de ello incluso con las personas cercanas de su entorno. El presupuesto doméstico se convierte en un tema tabú. Las personas con deudas suelen eludir el contacto con los acreedores (bancos, entidades financieras, etc.) y no responden a sus emails. Tampoco cogen el teléfono y actúan como si el problema no existiese. Aun así, esta no es una actitud acertada. A la larga, las consecuencias son peores: las deudas aumentan (por los intereses, el coste del servicio, costas judiciales, etc.) y la persona endeudada pierde la oportunidad de encontrar una solución amistosa al problema.

Una de las maneras más efectivas para gestionar el estrés y la preocupación consiste en controlar nuestra mente. Tanto los pensamientos catastróficos y pesimistas como la mentalidad ilusoria e irrealista aumentan el estrés y la tensión. Igual de preocupantes son los pensamientos automáticos e interiorizados en los que evocamos situaciones pasadas, sentimos pena por nosotros mismos o nos angustiamos por lo que podría ocurrir en el futuro.

¿Cómo reducir el estrés, el agobio y la preocupación?

Si no eres capaz de cambiar tu situación económica, cambia tu manera de percibirla y afrontarla. Cuando crees que la vida te supera, una buena manera de descargar energía y desconectar es hacer ejercicio físico. No puedes dejarte llevar por los pensamientos oscuros y pesimistas en las situaciones adversas; estas no deben dominarte ni afectar al resto de aspectos de tu vida. Tenemos un control limitado sobre la situación que nos molesta, pero no sobre cómo la interpretamos o la gestionamos.  

Reflexiona sobre cómo sueles lidiar con tus problemas:

  • ¿Se basa mi pensamiento en hechos objetivos y reales?
  • ¿Cómo percibe mi situación el resto de personas?
  • ¿Ayuda mi forma de pensar a proteger mi salud y mi vida?
  • ¿Mi manera de pensar me ayuda a conseguir otros objetivos?
  • ¿Pienso de esta manera para protegerme de conflictos innecesarios?

La naturaleza nos ha provisto de muchas maneras para gestionar las emociones, por ejemplo, llorar, chillar o hacer ejercicio físico. Y, aunque esta última manera sea la más recomendada, no resulta fácil convencer sobre esto a las personas que están constantemente dándole vueltas a su situación. Por lo general, alguien que esté agobiado no querrá ir a pasear, ni a montar en bici o al gimnasio; pero todas estas actividades les ayudarían mucho para desconectar y tener más claridad al afrontar el problema.

También, al realizar actividades que nos gustan, estimulamos el cuerpo para que libere endorfinas, que son hormonas que actúan como un antibiótico natural y nos ayudan a relajarnos. Hasta en los momentos de aparente peligro o desasosiego (¿o precisamente en esos momentos?) debemos intentar buscar la felicidad en los pequeños detalles del día a día y mantener una actitud positiva, independientemente de las circunstancias que nos rodeen.

Lo que puede parecer un atajo a veces acaba siendo un laberinto

Lo peor que podemos hacer cuando estamos estresados es utilizar la vía rápida; es decir, curar o hacer desaparecer temporalmente los síntomas y no tratar las causas. Hay personas que recurren a las medicinas y suplementos alimenticios, que se venden como un remedio para los síntomas de estrés. Aún peor es intentar solucionarlo evadiéndonos (bebiendo alcohol o tomando drogas) y evitando enfrentarnos al problema.

¡Céntrate en buscar soluciones!

Focaliza tu atención y energía en buscar soluciones al problema. Al tomar distancia y ver el asunto con cierta perspectiva, podrás valorar la naturaleza y gravedad del problema. De esta manera, conseguiremos estimar nuestra capacidad para resolverlo. Después, será mucho más fácil encontrar ayuda y apoyo. Evita entrar en pánico y bloquearte y céntrate en analizar la situación. Sí, hay que ser valiente para luchar contra la resistencia interna, miedos arraigados y la vergüenza; pero, si lo haces, dará sus frutos. El análisis de la situación lo puedes hacer tú mismo o junto con otras personas y es un buen punto de partida para elaborar el plan de acción. Incluso aunque vayamos a seguir teniendo deudas durante un periodo largo, es mucho mejor tomar medidas y buscar soluciones cuanto antes. Así que, haz lo que esté en tus manos para salir del endeudamiento y volver a tener control sobre tus finanzas y tu vida.

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